Tuesday, July 17, 2007

Cuando uno se vuelve dinosaurio ... o la música deja de ser música

En otros tiempos pude haber discutido durante horas (con otros engendros asociados a mis gustos) qué banda es comercial y qué banda no lo es. Era una suerte de juego en la que nos sentábamos a perder el tiempo despreciando los gustos ajenos y criticando a gente que poco le importa lo que digamos siempre y cuando sigamos financiándole sus gustos (esto no es una indirecta para que sigan usando la mula).
Con los años me fui atemperando al punto que hoy no me da verguenza decir que mi género musical favorito es el pop (siempre y cuando cataloguemos como pop a bandas tales como Oasis y The Verve) y que tengo la discografía de Babasónicos en mi casa. (también tengo un disco pirata de Leo García, antes de que "from Pichimagüida with love" se encargue de ponerlo de vuelta en los comments). Ya no escucho metal (me aburrió) y la poca música "pesada" que me gustaba me terminó decepcionando (si quieren comprobarlo averiguen qué peludo transexual le hizo este año un cover a una canción de Justin Timberlake).

Pero pese a toda esa mutación evolutiva que sufrí durante estos años sigo considerando a la música como "el arte más hermoso", y si bien ya no pierdo el tiempo criticando las "evoluciones" que tienen las bandas (léase "cambios groseros cuyo único fin es atraer un mayor público") sí me sigue rechinando el hecho de que casi toda canción tenga su videoclip.
Me enferma esa necesidad que impone el mercado de crear un producto "más completo", donde la fusión de lo visual a lo auditivo les permite alcanzar una gama más amplia de consumidores que los que alcanzarían si se dedicaran tan solo a hacer música. (Para ser más claros, cada vez se gastan más esfuerzos en obtener el consentimiento de aquellos que la música en vez de entrarle por los oídos les entra por los ojos).
Y entonces, al prender el televisor nos encontramos con canciones visuales, con imágenes que nada tienen que ver con lo que estamos escuchando pero que sirven para marcarnos el ritmo con el que los billetes entran a las arcas de los productores. ¿Acabo de decir "productores"? Estamos en el horno.

Y bueno. Uno tiene que adaptarse a estas cosas. De lo contrario estaríamos escuchando Strauss, Mozart y Beethoven. Uno tiene que acostumbrarse a que el músico contemporáneo juega a ser actor. Uno tiene que acostumbrarse a no tomarse más en serio al arte de lo que lo hace su propio creador. Uno tiene que acostumbrarse a no gastar saliva discutiendo idioteces ni a malgastar ríos de tinta en ello. En definitiva, los propios artistas nos exigen a relativizar la grandeza del "arte más hermoso" y a adaptarnos a las vedettes y a las prostitutas del momento.
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Qué (o mejor dicho "quién") detonó mi ira y me motivó a hacer este post? Jared Leto (a quién le suene le digo que el tipo es el actor de requiem 4 a dream).

Después de escuchar el primer video reflexionen sobre si era necesario hacer el segundo (aclaro desde ya - a los más exigentes- que no van a escuchar una gran creación instrumental y que el tipo canta como si fuera Nick Carter, pero no por eso deja de merecer tenerse respeto a si mismo).




2 Comments:

Blogger Galo said ...

Huy, qué es esa cochinada. No le hagás publicidad, después gana fama como músico gracias a vos. Lo de los videos es totalmente cierto, no estoy en contra de ellos, pero muchas veces se hace la canción para el video y no el video para la canción. Saludos.

11:50 pm  
Anonymous Anonymous said ...

Bueno, yo no lo encuentro tan malo si bien es igual a cualquier banda nueva y se nota que su música es prefabricada, comercial o como querramos llamarle.
Respecto a lo del video en este caso es lamentable. Y ni siquiera la canción se hizo para el video, el video es cualquier cosa.

un abrazo

12:40 pm  

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