El agua es vida
El Mesías dijo: "Y vendrá un hombre canoso con cara y pensamientos de simio y el sombrero del tío Sam; y apretando una pajita gigante entre sus labios, chupará y chupará hasta robarse toda el agua subterránea del pequeño país del tercer mundo"; engendrándose en ese ilustre pensamiento el siguiente texto:
Artículo 47 de la Constitución uruguaya.- "El agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales.
1) La política nacional de aguas y saneamiento estará basada en:
"d) el principio por el cual la prestación del servicio de agua potable y saneamiento, deberá hacerse anteponiendo las razones de orden social a las de orden económico..."
"...3) El servicio público de saneamiento y el servicio público de abastecimiento de agua para el consumo humano serán prestados exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales.
4) La ley, por los tres quintos de votos del total de componentes de cada Cámara, podrá autorizar el suministro de agua, a otro país, cuando éste se encuentre desabastecido y por motivos de solidaridad."
Para enfrutillar al artículo hubiera agregado: "5) La inoperancia de los organismos estatales encargados del suministro de agua es un derecho humano fundamental del tercermundista. Si usted se queda sin agua como consecuencia de la negligencia de algún funcionario estatal, disque 0800 321432352 y comuníquese con el departamento de atención al consumidor, abierto desde las 11 hasta las 17 horas. (A las 12 paramos para almorzar). Repita el procedimiento cuántas veces sea necesario como para corroborar nuestra incompetencia. Luego cálmese y baile la danza de la lluvia. Si no llueve, jódase, o espere a que algún iluminado solucione el problema.".
Se viene la noticia de El País:
"La interrupción rompió la bomba. Total: cuatro días
Cuatro días sin agua en el Parque Batlle es igual a dos bidones de cinco litros de agua mineral por día. El costo de un mes en un sólo día. Tirar la cisterna, lavarse los dientes, las manos, el cuerpo. El agua para el mate, para los fideos, el arroz, el café o el te. Agua para las ollas pegoteadas, los platos, las tazas, los cubiertos. Las cosas más sencillas se convierten en tediosas.
Al segundo día ya no se cocina. "Pedimos algo al bar, no puedo seguir llenando la pileta de cosas sucias". Decidir la cena pensando en ensuciar lo menos posible. Comer por descarte. La ducha que se resuelve en la casa de algún amigo. Salir con la toalla, el shampoo, la crema de enjuague, el cepillo de dientes, el desodorante.
Abrir la canilla sin recordar que es inútil. Preguntarse hasta cuándo. Pasar media hora con el tubo del teléfono al oído escuchando una canción que dice: "agua que no has de beber, no la dejes correr". Y vos sin una sola gota, deseando dejarla correr. La telefonista de OSE que "sólo" puede tomar el reclamo porque "no sabe" cómo ni cuándo lo van a solucionar. "No aguanto un día más", implorás. "Lo siento", responde del otro lado, "pasaremos su reclamo, gracias por llamar". Y corta.
Al tercer día el baño es una letrina. Un bidón de cinco litros es apenas la mitad de lo que tira una cisterna promedio. Sin contar que vale varias veces más. De golpe te percatás del valor del agua y te volvés cuidadoso. "Juntemos varias idas al baño antes de tirar agua del bidón". Imposible. Mientras te lavás los dientes te acordás de aquel campamento en Santa Teresa. Te mirás al espejo. Tenés pasta hasta en la nariz (ahí descubriste tu mal de Parkinson sin tener que ir al médico). Volvés a cargar el bidón y volcás un chorro sobre la mano que llevás rápidamente a la cara. Mirás resignado cómo la mitad del agua se escapa entre tus dedos y se va por el resumidero. Un desperdicio, pensás.
Volvés -por vigésima vez en el día- a chequear si vino el agua. "Por favor, por favor", pensás mientras cruzás los dedos por las dudas. Por si ayuda. Girás la canilla y cerrás los ojos. No querés ver. No soportás otra frustración. Y en eso escuchás cómo los caños escupen un líquido barroso. Las gotas salpican tu cara, pero no te importa. Dejás correr y en segundos el agua fluye transparente. Querés gritar. Gritás. "¡Volvió, volvió!". Salís corriendo, tomás una toalla, y te metés bajo la ducha. El agua corre por tu cara y por tu cuerpo. El agua corre. Al fin".
Artículo 47 de la Constitución uruguaya.- "El agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales".
Artículo 47 de la Constitución uruguaya.- "El agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales.
1) La política nacional de aguas y saneamiento estará basada en:
"d) el principio por el cual la prestación del servicio de agua potable y saneamiento, deberá hacerse anteponiendo las razones de orden social a las de orden económico..."
"...3) El servicio público de saneamiento y el servicio público de abastecimiento de agua para el consumo humano serán prestados exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales.
4) La ley, por los tres quintos de votos del total de componentes de cada Cámara, podrá autorizar el suministro de agua, a otro país, cuando éste se encuentre desabastecido y por motivos de solidaridad."
Para enfrutillar al artículo hubiera agregado: "5) La inoperancia de los organismos estatales encargados del suministro de agua es un derecho humano fundamental del tercermundista. Si usted se queda sin agua como consecuencia de la negligencia de algún funcionario estatal, disque 0800 321432352 y comuníquese con el departamento de atención al consumidor, abierto desde las 11 hasta las 17 horas. (A las 12 paramos para almorzar). Repita el procedimiento cuántas veces sea necesario como para corroborar nuestra incompetencia. Luego cálmese y baile la danza de la lluvia. Si no llueve, jódase, o espere a que algún iluminado solucione el problema.".
Se viene la noticia de El País:
"La interrupción rompió la bomba. Total: cuatro días
Cuatro días sin agua en el Parque Batlle es igual a dos bidones de cinco litros de agua mineral por día. El costo de un mes en un sólo día. Tirar la cisterna, lavarse los dientes, las manos, el cuerpo. El agua para el mate, para los fideos, el arroz, el café o el te. Agua para las ollas pegoteadas, los platos, las tazas, los cubiertos. Las cosas más sencillas se convierten en tediosas.
Al segundo día ya no se cocina. "Pedimos algo al bar, no puedo seguir llenando la pileta de cosas sucias". Decidir la cena pensando en ensuciar lo menos posible. Comer por descarte. La ducha que se resuelve en la casa de algún amigo. Salir con la toalla, el shampoo, la crema de enjuague, el cepillo de dientes, el desodorante.
Abrir la canilla sin recordar que es inútil. Preguntarse hasta cuándo. Pasar media hora con el tubo del teléfono al oído escuchando una canción que dice: "agua que no has de beber, no la dejes correr". Y vos sin una sola gota, deseando dejarla correr. La telefonista de OSE que "sólo" puede tomar el reclamo porque "no sabe" cómo ni cuándo lo van a solucionar. "No aguanto un día más", implorás. "Lo siento", responde del otro lado, "pasaremos su reclamo, gracias por llamar". Y corta.
Al tercer día el baño es una letrina. Un bidón de cinco litros es apenas la mitad de lo que tira una cisterna promedio. Sin contar que vale varias veces más. De golpe te percatás del valor del agua y te volvés cuidadoso. "Juntemos varias idas al baño antes de tirar agua del bidón". Imposible. Mientras te lavás los dientes te acordás de aquel campamento en Santa Teresa. Te mirás al espejo. Tenés pasta hasta en la nariz (ahí descubriste tu mal de Parkinson sin tener que ir al médico). Volvés a cargar el bidón y volcás un chorro sobre la mano que llevás rápidamente a la cara. Mirás resignado cómo la mitad del agua se escapa entre tus dedos y se va por el resumidero. Un desperdicio, pensás.
Volvés -por vigésima vez en el día- a chequear si vino el agua. "Por favor, por favor", pensás mientras cruzás los dedos por las dudas. Por si ayuda. Girás la canilla y cerrás los ojos. No querés ver. No soportás otra frustración. Y en eso escuchás cómo los caños escupen un líquido barroso. Las gotas salpican tu cara, pero no te importa. Dejás correr y en segundos el agua fluye transparente. Querés gritar. Gritás. "¡Volvió, volvió!". Salís corriendo, tomás una toalla, y te metés bajo la ducha. El agua corre por tu cara y por tu cuerpo. El agua corre. Al fin".
Artículo 47 de la Constitución uruguaya.- "El agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el acceso al saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales".
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